Mi falo te descubrió entre las tinieblas de la noche y al observar tu sexo humedecido quiso soñar sin sueño. Sintió un cálido escalofrío al verse acunado por tu feminidad y entonces quiso morir de placer mientras sentías como engordaba y crecía milímetro a milímetro en la palma de tu mano.
Percibías casi a tientas ese volumen, ese calibre que aumentaba en cada fricción que le obsequiabas, en cada rítmico movimiento que le regalabas. El glande brillante y enrojecido besaba el aire con ese maravilloso masaje que tan bien dominas, rendido a un dulce vaivén y a la lascivia contenida de tu mirada complaciente. La textura de sus venas inflamadas por la sangre hirviente que las recorría, te indicaba que estaba a punto de estallar en mil pedazos. Te encantaba disfrutar la suavidad de su piel, que estirada en tus caricias parecía buscar el abrazo de las nubes y el calor de tu aliento.
Y sumido en jadeos y suspiros soterrados alcanzó su máximo grosor, su máxima dureza. Entonces, con la delicadeza de una diosa abriste despacio la boca y al amparo de tus labios rojos decidiste que ese falo, tu falo, descargase con furia todo el deseo y devoción que te profesaba; con tal ansiedad que presa de la lujuria lo hiciste eyacular una y otra vez, depositando en tu interior ríos de esperma templado, anegándolo en un orgasmo indescriptible; solo comparable, quizás, a una candente y onírica lluvia de estrellas.
Y tú, mujer, relamiéndote orgullosa de tu poder y paladeando su gusto amargo, sonreíste satisfecha.
Copyright © 2015 Max Piquer
HAS LEÍDO UN RELATO INCLUIDO EN EL LIBRO "VESTIDA PARA AMAR" DISPONIBLE
Hola, excelente forma de describir un acto que se puede decir con un par de palabras. Saludos.
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