TU FALO

Mi falo te descubrió entre las tinieblas de la noche y al observar tu sexo humedecido quiso soñar sin sueño. Sintió un cálido escalofrío al verse acunado por tu feminidad y entonces quiso morir de placer mientras sentías como engordaba y crecía milímetro a milímetro en la palma de tu mano. 

Percibías casi a tientas ese volumen, ese calibre que aumentaba en cada fricción que le obsequiabas, en cada rítmico movimiento que le regalabas. El glande brillante y enrojecido besaba el aire con ese maravilloso masaje que tan bien dominas, rendido a un dulce vaivén y a la lascivia contenida de tu mirada complaciente. La textura de sus venas inflamadas por la sangre hirviente que las recorría, te indicaba que estaba a punto de estallar en mil pedazos. Te encantaba disfrutar la suavidad de su piel, que estirada en tus caricias parecía buscar el abrazo de las nubes y el calor de tu aliento. 

Y sumido en jadeos y suspiros soterrados alcanzó su máximo grosor, su máxima dureza.  Entonces, con la delicadeza de una diosa abriste despacio la boca y al amparo de tus labios rojos decidiste que ese falo, tu falo, descargase con furia todo el deseo y devoción que te profesaba; con tal ansiedad que presa de la lujuria lo hiciste eyacular una y otra vez, depositando en tu interior ríos de esperma templado, anegándolo en un orgasmo indescriptible; solo comparable, quizás,  a una candente y onírica lluvia de estrellas. 

Y tú, mujer, relamiéndote orgullosa de tu poder y paladeando su gusto amargo, sonreíste satisfecha.

Copyright © 2015 Max Piquer

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DULCE FELLATIO

Día tras día espero con ilusión tu llegada. Atrás quedó una dura jornada de trabajo de sol a sol y vuelves agotado, rendido, lo sé.  Es mi gran reto y mi deseo que te relajes y te sientas cómodo en el nido, tranqulizarte, cambiarte el chip de tal manera que olvides malos rollos con compañeros y mamoneos con tus jefes; lo mucho que te explotan y abusan de tu buena voluntad amparados en la precaria e insegura situación laboral que impera. Es el reinado  de la desesperanza y el miedo al despido. La ardua pesadilla que a veces te bloquea y atormenta; malos sueños, películas de terror que asaltan y erosionan la mente y cuyos monstruos son hipotecas, rabia, impotencia y recibos por pagar. 

No sé si llegaremos o no a final de mes, pero mientras lo hagamos al fondo de nuestros corazones y disfrutemos del amor que nos une nada me importa, nada puede perturbar la alegría de nuestras almas; Patatas y latas de sardinas regadas con vino peleón será nuestro más delicado menú a la luz de las velas; tan romántico como en el restaurante más selecto de la tierra. 

Al llegar a casa haré que te olvides del mundo y tras darte un beso largo y cariñoso con un abrazo que te reconforte y sosiegue, fijaré mi mirada en tus pupilas cansadas, te haré un guiño y agarrando tu mano te invitaré a tomar una reparadora ducha caliente. Deja que ayude a desnudarte y con media sonrisa maliciosa suavemente te enjabonaré los hombros, la espalda, esas nalgas tersas y poderosas que tanto me gusta explorar y pellizcar y esos muslos de acero que me aprisionan y encadenan a tí, a tu tórax y a tu vientre cuando me abrazan. Los acaricio con ternura y mi mano exploradora buscará la suave calidez de los testículos. Con suma delicadeza Juguetéare con ellos; besitos cortos, cosquillas, masajes y delicados mordisquitos hasta que escuche los primeros jadeos y sienta tus dedos apretando con deseo mis cabellos, insinuándome el paso siguiente que debo tomar. Me hago la distraída en espera de que tan sutil sugerencia se haga orden y excitada me arrodille ante su sexo rampante, duro y erecto. Tan querido, tan amado, tan mío que el glande después de pintarme los labios, parece mirarlos fijamente... suplicando. Encantada atiendo sus deseos y cerrando los ojos le ofrezco despacio la boca bien abierta, para que también despacio el falo encendido sienta como le cubre mi saliva; Notar mi paladar invadido, profanado, fornicado, anegado... conlleva enorme satisfacción, esa sensación de poder femenino que embarga vulva y sentimiento; Ver cómo gozas de mi y cómo la expresión de tu cara antes crispada y tensa, se vuelve amorosa y serena, me complace y halaga. 
Ahora acurrúcame entre tus brazos amor, pégate bien y rasca un poquito mi espalda mientras el sueño nos vence; soñaremos juntos con un mundo nuevo. Descansa mi vida, hasta mañana. 

Copyright © 2016 Max Piquer (RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS)

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LOA AL ORGASMO

 No existe sensación humana comparable ni placebo semejante. Para el ser humano significa el fugaz súmumm del gozo dado y recibido. Placer que el hombre entrega a golpe de espasmos liberando gotas y gotas de lluvia tibia que, como un agradable y cálido chaparrón tropical, inunda de fluido desbocado  apetecibles, húmedas y profundas cavidades. Líquido viscoso que baña pieles afines y alivia la sed de labios deseados; boceta nuevas vidas, condimenta paladares o simplemente riega de sexo el suelo donde pisas o el lecho donde duermes, aliviando urgentes necesidades. 

Una lava gratuita suave, templada y espesa, engendrada en las entrañas; como si quisiera pagar al amante con la esencia de la existencia o agradecerle en unos segundos extraordinarios todos los besos, caricias, mordiscos, arañazos o felaciones que estimularon su libido prendiendo la mecha del deseo en los sexos ardientes.  Esos segundos mágicos en los que el mundo en derrededor detiene su giro, el dolor se esfuma y la mente queda desnuda esgrimiendo después una gran sonrisa de satisfacción, alegría y plenitud. 

Obsequio de la naturaleza a la hembra como fuente de placer y vida, los dioses le concedieron orgasmos repetidos para que el eco de sus suspiros satisfaga el apetito de la comensal más insaciable. No importa el camino que te lleve al clímax; copulación, masajes rítmicos, vaivenes de gusto proporcionados por la suave intensidad de una mano generosa o una lengua pecadora, brotes de cariño y lujuria compartida o simplemente amor a ti mismo combatiendo la soledad.

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TÚ MISMA

Muéstrame tu orgullo, vomita tus miserias, llora el vacío, y deja que tus lágrimas broten de mis ojos.  Desnúdate de cuerpo y alma o bien miénteme si lo deseas; que de una forma u otra la ardiente luz que emanan tus pupilas me cegará hasta convertirme en esclavo de tu belleza.

Muérdeme el pecho, chilla, lame, besa, gime de gozo, blasfema de gusto, muérdeme si te place, clava tu fino tacón en mi piel desnuda, que la sabrosa tersura de tus labios me arrebate el juicio, que tus jugos me emborrachen, que el color de tu voz pinte de locura cada segundo que compartimos, que tus senos erguidos recorran exaltados de arriba abajo mi espalda;; abrázame, aferra orgullosa el falo que te pertenece y clávatelo como un puñal de acero entre las piernas. Atrápalo, exprime hasta la última gota con la fuerza insaciable de tu vulva voraz.

Llénate de mi, sacia tu deseo, calma tu sed, necesito sentir como me engulles, ¡trágame!, quiero incrustarme en tu cuerpo, perforarte, taladrarte, atravesar una y otra vez las lúbricas fronteras que guardan tu interior para sellarlas una a una después con besos perversos; sin descanso, sin tregua, sin piedad, porque no hay mayor placer que escuchar tus suspiros y beberte la boca beso a beso. 

Ahora descansa mientras atuso tu pelo revuelto, entorna los párpados, respira hondo, relájate, no hay mañana ni existe ayer, apártate del pesar, deja que el mundo siga sin ti esta noche. 

Mañana cuando te hayas ido, me preguntaré si alguna vez exististe, o fue mi puta locura la que inventó el gusto de tu aliento y el sabor de tus entrañas.

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