En la Gran Sábana Blanca, inocentes vaginas infantiles saltan a la comba mascando chicle entre risa y risa. Acurrucadas junto a la estufa, dos ancianas vaginas rememoran con melancolía noches de perdición y lujuria; de ilusiones y mentiras. A la luz del candil que alumbra su aridez, reviven día tras día sus lejanos recuerdos. En la Gran Sábana Blanca hay también incansables vaginas parlanchinas de cuyo interior fluyen sin cesar divertidas e interesantes sopas de letras. Otras en cambio son tan silenciosamente delicadas, tan discretas, que al excitarse parecen susurrar una oración; y cuando duermen sueñan en voz baja por temor a molestar. También pululan astutas vaginas-cepo camufladas en las sombras y tan fuerte es su poderío y autoridad, que no es posible escapar de su abrazo sin riesgo a resultar gravemente mutilado.
Un poco más abajo, disfrutando de la discreción de un pliegue escondido, dos vaginas amantes se estremecen friccionando sus clítoris con pasión ajenas al exterior. Cerca de ellas dos vaginas policía se chutan ley y orden con sus porras reglamentarias, mientras en la esquina inferior derecha, ya lindando con la alfombra, vaginas meretrices de bajo perfil venden calor y flujo de bote mientras a la espera de clientes discuten sobre chulos, crisis y penurias del negocio.
En la zona alta, a los pies de la almohada, pueden apreciarse las vaginas más bellas y delicadas. Pulcramente acicaladas, algunas muestran en el pubis la delicadeza brillante de la piel de un bebé recién bañado, embriagadores perfumes, tatuajes de diseños orientales o peculiares ornamentos que las engalanan.
Dignas de eterna reverencia son las que besan con sus labios descarados pues al penetrarlas no solo regalan placer, calidez y cariño, lisérgicos orgasmos, iniciación, sapiencia, ilusión hipnótica o fascinación absoluta; sino también poesía y abrigo ante la tormenta. Nada ni nadie puede engañarlas pues no existe nadie ni nada más sabio, nadie ni nada más perfecto. Tal es su don de dones que de proponérselo succionarían el mundo sin demasiados problemas.
Celestiales, soberbias, impacientes, esotéricas, prudentes, cuerdas, locas, sacras, golfas. Traviesas, compasivas, indolentes, justicieras, alquimistas, tenaces, holgadas, angostas. Profundas, maestras, transparentes, recelosas, románticas, artísticas, deslenguadas, sordomudas, estrategas.
En la gran Sábana Blanca existen millones de vaginas portentosas que se entregan, atraen, seducen, aman y ríen a carcajadas si se sienten deseadas y satisfechas. Y en derredor penes voluptuosos, acomodados, gruesos, míticos, bizarros. Largos, cortos, ebrios, mecánicos, holgazanes, apañados, hedonistas, pírricos, sátiros. Prácticos, típicos, tópicos, avaros, desprendidos, duchos, zotes, imberbes, remilgados, viágricos.
En esta gran Sábana Blanca habitan también compungidas vaginas melancólicas que lloran y lloran hasta la extenuación e incluso falos desgraciados que, en su soledad, eyaculan lágrimas de tristeza.
Copyright © 2014 Max Piquer
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Me gustó!
ResponderEliminar"Acurrucadas junto a la estufa, dos ancianas vaginas rememoran con melancolía noches de perdición y lujuria; de ilusiones y mentiras. "
Me alegro mucho, gracias por comentar.
ResponderEliminarCuando la lea te pondré comentario guapa un besote
ResponderEliminarGracias Emi. Espero que te guste
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